viernes, 29 de junio de 2012

039 AMULETOS (Omamori)


Tradiciones Japonesas

Dioses - Amuletos - Engi-mono (Omamori).


En todas las culturas existen objetos y costumbres que se supone traen buena suerte y ahuyentan las desgracias y los malos espíritus. Paseando por Japón podemos ver por las calles gatos con la pata levantada, búhos, muñecos daruma, mapaches con grandes órganos sexuales, siete dioses en un barco... Y en los templos, colgantes hechos de tela, tablones de madera con deseos escritos, pequeños papeles blancos atados a los árboles, etc. Son muchos los artículos y amuletos que en Japón otorgan la buena suerte. En Japón, uno puede ver amuletos de la suerte por muchos sitios: en los bolsos, en las entradas de las casas, en las tiendas, en los templos, etc. Los engi-mono, o amuletos de la buena suerte, se encuentran por todas partes ahora hablaremos de los más conocidos e importantes.

Omamori
Omamori proviene del verbo mamoru que significa proteger, cuidar, defender. Este es el nombre que recibe una especie de colgante hecho de tela que se vende, sobre todo, en los templos japoneses y que según la creencia, evita los accidentes, mejora la salud, ayuda en el amor, ayuda a aprobar los exámenes, etc. Los japoneses llevan los omamori en muchos sitios, desde en el bolsillo, al bolso, en el coche o hasta en el móvil.

La bolsa, llamada omamori-bukuro, es normalmente de colores vivos y lleva bordado el nombre del templo donde se ha comprado. En su interior, cerrado a la vista, encontraríamos un pequeño papel con el nombre del dios protector para la ocasión y una oración escrita por un monje, que nos conecta con el dios del que obtendremos no sólo protección y compañía. Si la bolsa del omamori se abre y su interior se expone al exterior, se supone que la protección se pierde y habrá que comprarse otro omamori para estar protegidos. En teoría, un omamori dura toda la vida, aunque es común comprarse uno nuevo al acudir al templo en Año Nuevo, ya sea porque es tradición o porque el omamori anterior está muy deteriorado ya. En estos casos, hay que quemar el omamori antiguo, para pasar la protección al nuevo.

Según la religión sintoísta, hay dioses, llamados kami, en cualquier cosa. Por ello, si bien hay omamori generales, que sirven para una protección general, también hay omamori específicos, con su dios específico que cumple una protección específica. Por ejemplo, para las mujeres embarazadas existe el anzan-omamori (anzan significa parto fácil). La tradición rige a las mujeres que compren este artículo a colocarlo cerca del vientre, para que también esté en contacto con el feto. Para el amor tenemos el enmusubi-omamori, un amuleto específico para aquellas personas que quieren encontrar el amor, que quieren mantener la pareja que tienen o tener éxito en el matrimonio. El dios que les protege es el dios de las parejas, llamado Enmusubi. Es común que la pareja se compre dos omamori de este tipo iguales, rojo para ella y blanco para él. Tammbién existe un omamori para los estudiantes, que los proteje y ayuda sobre todo durante la época de exámenes. El dios que les protege es el de la escitura, la poesía y los estudios. Otros omamori específicos son los dedicados a las personas que están enfermas, ayudándolas a superar su enfermedad, los específicos para los conductores (o viajeros que tienen un largo recorrido por delante) y los dedicados a los negocios y el dinero, que sirven para pedir éxito, prosperidad, dinero, etc.

martes, 26 de junio de 2012

038 SHUGYO (entrenamiento austero)

SHUGYO


Es difícil establecer una definición precisa de este término. Su significado varía según sea utilizado en vías espirituales como el budismo Shugendo o Zen, o en la Vía de las Artes Marciales (Budô), aunque una traducción general podría ser “entrenamiento austero”.

Shugyo tiene una parte espiritual y material a la vez, de hecho uno de sus fines es la comprensión íntima y personal de que el cuerpo y la técnica están indisolublemente ligados al espíritu. Es una búsqueda de conocimiento a la vez que un entrenamiento físico, que nos lleva un poco más allá de la práctica cotidiana y del autoconocimiento, más allá del enfrentamiento con un adversario.

El entrenamiento Shugyo, tradicionalmente se sumerge en el medio natural y utiliza sus elementos como recursos para una práctica más exigente tanto del cuerpo como de la mente. Podemos recordar a Miyagi sensei practicando Sanchin kata zarandeado por las olas en una playa de Okinawa, a Funakoshi sensei soportando un tifón tropical o a Yamaguchi sensei bajo las cascadas de aguas heladas del monte Kurama. Existe una interdependencia entre nuestro espíritu y las fuerzas naturales con sus lugares sagrados. El perder esta noción es desligar nuestro pobre ego del fluir natural de la vida, es ignorar nuestra conciencia universal y desvincularnos de la totalidad de la existencia.

Salvo en ocasiones excepcionales podremos emplearnos en una práctica tan exigente, que puede ser desde una simple ceremonia de purificación (misogi) o un entrenamiento de varios días en la naturaleza, hasta una práctica que dure años, como la “práctica de los mil días” a la que se someten los monjes del Shugendo. Es por ello que en Karate-do podemos utilizar el término Shugyo para definir su estudio serio y sincero en lo físico y lo mental, incluyendo tanto el cuerpo como la técnica, tanto el espíritu como el intelecto.

Practicar Karate-do como una actividad social o física, como un hobby o para lograr diplomas, es no haber entendido aún el término shugyo, o haberlo rechazado. Aunque esto no quiere decir dicha práctica no tenga valor.

Shugyo puede verse como una oportunidad de poner un mayor empeño en concentrar todo nuestro potencial de una manera positiva en la práctica del Karate-do, superando a nuestros enemigos: la duda, la fatiga, la derrota, el desánimo, la inconstancia, el miedo o el orgullo. Si logramos esta actitud en nuestra práctica también es posible trasladarla a todos los actos de nuestra vida, y quizás nos hará ver que hacemos demasiadas cosas que solo hacen que nuestra energía se disperse y que eliminándolas podremos empeñarnos  en algo mas importante en nuestras vidas.

AAS

viernes, 22 de junio de 2012

037 ONSEN (La Arquitectura y el agua)


ONSEN
La arquitectura y el agua en Japón

Japón es un país montañoso y que presenta continua actividad volcánica, por tanto es frecuente encontrar aguas termales que son llamadas onsen (温泉). Pero más allá de un fenómeno puramente geológico, en Japón los onsen son parte de una tradición cultural milenaria, una relación íntima entre el ser humano y la naturaleza, y en donde la arquitectura se ha prestado graciosamente para favorecer esa relación.

Según refiere Suehiro Tanemura, los primeros usuarios de los baños termales fueron los dioses. De acuerdo a la Guía de los siete baños termales, "antes de que los ancestros celestiales descendieran, los dioses Oonamuchi y Sukuna-hikona reinaron la Tierra Central y las Planicies de Junco. Conmiserándose por la corta vida de los humanos, establecieron métodos para aliviar sus males; la medicina, las abstinencias y los baños termales".

Es así que los onsen fueron usados primeramente como una forma de medicina arcaica. Era común encontrar baños termales para aliviar, por ejemplo, a los soldados heridos y esta práctica se extendió incluso hasta durante la segunda guerra mundial. Su privilegiada ubicación en el corazón de las montañas permitía, además de experimentar las propiedades curativas de las aguas minerales, establecer un íntimo contacto con la naturaleza.

Los baños de hombre y mujeres son diferenciados por una pequeña cortina, llamada noren. Usualmente, sutiles detalles como éstos son suficientes para determinar el carácter público o privado de los espacios.

Al interior y tras despojarse del calzado y luego del resto de la ropa (en ese orden) el bañista debe previamente lavarse con jabón en duchas especialmente preparadas para tal fin. A un onsen hay que entrar siempre limpio.

Una vez realizados estos menesteres, es posible disfrutar del espectacular baño a cielo abierto (otemburo), deslizándose tranquilamente sobre el agua caliente, donde el hombre entra en armonía con la naturaleza y la admira en silencio.

martes, 19 de junio de 2012

036 GEISHA



Aún existe cierta confusión, especialmente fuera de Japón, sobre la naturaleza de la profesión de las geishas. Este tema se ha complicado debido a las prostitutas japonesas, particularmente en los “onsen” (baños termales), que quieren aprovecharse del prestigio de las geishas ante los turistas (japoneses y extranjeros) como "geishas".

Tradicionalmente, la geisha debe mantenerse soltera (o retirarse después de su matrimonio), aunque no es raro que tengan hijos. Mientras que los compromisos generalmente incluyen coquetear e incluso bromas sugestivas (no obstante codificados en maneras tradicionales), nunca incluyen actividad sexual, y una geisha no es pagada por practicar sexo, aunque algunas pueden elegir tener una relación que incluya el sexo con algún cliente fuera de su rol como tal. Y debido a que estas relaciones están vinculadas con la capacidad del cliente de pagar por los servicios tradicionales, el argumento puede ser que es simplemente una forma complicada de prostitución.

Fue tradicional para las geishas tener un danna, o cliente habitual. Un danna era generalmente un hombre adinerado, algunas veces casado, quien tenía recursos para financiar los costos del entrenamiento tradicional de la geisha y otros gastos considerables, teniendo derechos especiales (no solo físicos). Esto ocurre a veces en la actualidad.

Aunque una geisha y su danna podrían estar enamorados, la relación está sujeta a la capacidad del danna a entregar algún aporte financiero. Los valores y convenios ligados a este tipo de relaciones no son bien comprendidos, incluso entre los japoneses.

viernes, 15 de junio de 2012

035 KARATE DO TRADICIONAL: Una sencilla descripción


KARATE DO TRADICIONAL
(una sencilla descripción)

El Karate-do, no es un deporte, es un sistema de defensa personal creado en la isla de Okinawa (Japón) basado en la transmisión hasta el presente, de la experiencia y conocimientos de maestros expertos no solo en las técnicas de lucha, sino también en las del mantenimiento de la salud, el fortalecimiento del cuerpo y su armonización con la mente.

Al menos en nuestra sociedad actual, tener un enfrentamiento físico, puede ser mas o menos probable, pero nuestra salud debe ser conservada toda la vida.

La practica del Karate-do, observando los principios de la Medicina Oriental, respeta las capacidades de cada cual, según su estado físico, edad y sexo, conservándolas o mejorándolas según el caso. Paralelamente se aprende un sistema muy completo de defensa personal, pero además se considera que es importante transmitir a sus practicantes, y especialmente siendo niños, valores como la auto superación, el valor del esfuerzo, el compañerismo, el respeto y la humildad.

¿Cómo se consiguen estos ambiciosos objetivos? A través de la correcta postura, la correcta respiración, la correcta concentración y el correcto comportamiento.

Una sesión de Karate-do tradicional se desarrolla normalmente de la siguiente manera:

Primero unos instantes de meditación, de desconexión con el exterior, de concentración de nuestra mente dispersa y del restablecimiento de la respiración adecuada.

A continuación unos ejercicios de acondicionamiento nos preparan para que nuestras articulaciones, músculos y tendones funcionen correctamente y nuestra postura sea la adecuada. También para que nuestros sistemas nervioso, circulatorio y energético aumenten sus niveles de disponibilidad.

Seguimos con la práctica de la técnica. El aprendizaje y la repetición, en solitario o por compañeros, ejercitan nuestra mente y nuestro cuerpo y nos dan las bases para solventar diferentes situaciones de manera espontánea según las posibilidades de cada cual.

Al final, la vuelta a la calma a través de estiramientos e incluso la aplicación de presiones sobre puntos acupunturales, devuelve nuestros sistemas a la normalidad y desbloquea nuestro cuerpo.

Durante toda la sesión el sensei (maestro) cuida de la correcta posición de los alumnos y del correcto aprendizaje de las técnicas. Los alumnos mantendrán la concentración justa y la respiración adecuada, así como un comportamiento educado y respetuoso según las reglas de etiqueta del Karate-do.

El Karate tradicional no es un sistema hecho para ganar, sino para no perder, no para atacar, sino para defender, no para matar sino para vivir. Es una forma de vida que busca nuestra verdadera esencia en el trabajo constante, no en éxitos puntuales y pasajeros, y nos transforma en personas seguras, positivas y respetuosas.  El karate así entendido es una actividad que nos acompañará toda nuestra vida.

AAS

martes, 12 de junio de 2012

034 CEREMONIA DEL TÉ (fases)


CEREMONIA DEL TÉ.
(Fases)

La ceremonia normal del té consta de las siguientes fases:

1) una comida ligera, llamada kaiseki;
2) el naka-dachi, o pausa intermedia;
3) el goza-iri, que es la fase principal en la que se sirve un tipo de té espeso.
4) el usucha, fase final, en la que se sirve té claro.

La ceremonia completa dura unas cuatro horas, aunque muchas veces se limita a la última fase o usucha, que dura alrededor de una hora.

1) Primera fase.
El maestro de ceremonias recoge a los invitados y los conduce por el camino del jardin hasta la sala de ceremonias. A un lado del camino a la entrada hay un recipiente de piedra con agua fresca, en el que los invitados se lavan las manos y se enjuagan la boca. La entrada a la sala de ceremonias es muy baja, lo cual quiere decir que los invitados tienen que bajar la cabeza como símbolo de humildad al entrar. Los invitados entran a gatas. En la sala hay un infernillo con agua caliente, los invitados en número de cinco, se reúnen en la sala de espera.
Una vez dentro, cada invitado se arrodilla ante el tokonoma donde se encuentra o una pintura, o una caligrafia o cualquier otro elemento artistico que acompañe a esta ceremonia (se tiene en cuenta la estación del año), y tras contemplarlo hace una reverencia respetuosa. Luego hace las mismas operaciones ante el hornillo o brasero. Una vez que todos los invitados han terminado de admirar estos artículos, se sientan; el invitado principal se coloca más cerca que los demás del maestro de ceremonias. Una vez que éste y los invitados han intercambiado las cortesías de rigor, se sirve el kaiseki, que termina con unos dulces a manera de postre.

2) Nakadachi.
Cuando el maestro de ceremonias lo indica, los invitados se retiran a un banco destinado a ello, colocado en el jardín interior que rodea a la casa de té.

3) Goza-iri.
El anfitrión hace sonar un gong de metal, situado cerca de la sala de ceremonias, con lo cual indica el principio de la fase principal del rito. La costumbre establece que el gong se haga sonar cinco o siete veces. Después de repetir las abluciones purificadoras en el recipiente de agua fresca, los invitados vuelven a entrar en la sala.
Un ayudante retira las persianas de juncos que cubren las ventanas por fuera, con el fin de dar más luz al interior. La estampa o pintura ha desaparecido y, en su lugar, se ve en el tokonoma un recipiente con flores artísticamente arregladas (ikebana), o un bonsai. Los recipientes de cerámica para el agua y el té están ya colocados en sus sitios. A continuación, entra el maestro de ceremonias, que lleva en sus manos la tetera, con el agitador de bambú dentro y el cucharón de bambú encima.
Los invitados admiran el adorno floral y la tetera, igual que hicieron anteriormente con la estampa y el brasero, al principio de la primera fase. El maestro se retira a la sala de los preparativos y no tarda en volver con el recipiente para el agua sobrante, la cuchara y el soporte para la tetera o la cuchara. A continuación, limpia el recipiente del té y el cucharón con un paño especial que recibe el nombre de fukusa y enjuaga el agitador en el cuenco del té, después de verter en éste agua caliente del recipiente colocado al fuego. Luego, vierte este agua en el recipiente destinado a ello y limpia el cuenco con el chakin (paño de hilo).
El maestro de ceremonias levanta el cucharón y el recipiente del té y coloca el matcha (tres cucharadas por invitado) en el cuenco; a continuación, llena el cucharón de agua caliente, que toma del recipiente colocado al fuego, vierte un tercio del agua en el cuenco y devuelve el resto al recipiente. Luego agita la mezcla con el agitador de bambú, hasta que adquiere un aspecto y consistencia similar a una sopa de guisantes espesa. Esta mezcla recibe el nombre de koicha.
El matcha que se utiliza para esta fase de la ceremonia está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tengan más de veinte años de edad (hasta un máximo de setenta o más años). El maestro de ceremonias coloca el cuenco en su lugar correcto cerca del brasero o el hornillo y el invitado principal se desplaza sobre sus rodillas para tomar el cuenco. Este invitado hace una inclinación a los demás y coloca el cuenco en la palma de su mano izquierda, al tiempo que lo sujeta por uno de sus lados con la derecha. Toma un sorbo, alaba su sabor y toma otros dos o más sorbos. Luego limpia la parte del borde que ha tocado con los labios, sirviéndose de una de las servilletas de papel (kaishi), y pasa el cuenco al invitado siguiente que repite las operaciones del invitado principal.
El cuenco pasa luego sucesivamente a los demás invitados hasta que todos han bebido su parte del té. Una vez que ha terminado el último invitado, éste devuelve el cuenco al invitado principal, que lo entrega al maestro de ceremonias.

4) Usucha.
Se diferencia del koicha sólo en que el matcha que se utiliza está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tienen entre tres y quince años de edad. La mezcla verde que se consigue así tiene consistencia espumosa.
Las normas que se observan en esta parte de la ceremonia son similares a las que rigen el koicha, con las siguientes diferencias:
a) El té se prepara individualmente para cada invitado con dos (o dos y media) cucharadas de matcha. Cada invitado debe beber su cuenco entero.
b) Cada invitado debe limpiar la parte del borde del cuenco que ha tocado con los labios con los dedos de su mano derecha y luego limpiarse los dedos con el kaishi.
Una vez que el maestro de ceremonias ha sacado los utensilios de la sala, hace una reverencia en silencio ante los invitados con lo que indica que el rito ha terminado.
Los invitados entonces abandonan la sukiya, seguidos por la mirada del maestro de ceremonias.

jueves, 7 de junio de 2012

033 REIGI SAHO (la etiqueta, el ceremonial)


REIGI SAHO
(la etiqueta, el ceremonial)

En Japón la etiqueta y el ceremonial se dan tanto en actos sociales como en las disciplinas marciales, artísticas o espirituales. Son comportamientos y rituales compuestos de gestos repetitivos más o menos ritualizados que regulan de forma sutil las interacciones que se dan en el dojo o en el lugar donde se desarrollan.

La etiqueta y el ceremonial japonés contienen una gran cantidad de simbolismos que en principio se nos escapan a los occidentales, pues provienen de una forma de vida y una visión de la existencia diferentes, de una cultura más simbólica y menos conceptual que la nuestra.

El exotismo de estas actitudes unido a nuestro miedo escénico hace que en muchas disciplinas japonesas practicadas en Occidente, se hayan obviado o se practiquen como un mero trámite exento de sinceridad. Esto nos hace perder no solo la utilidad de las mismas sino también una parte importante del espíritu de la disciplina en cuestión, desde el trabajo con un pequeño árbol hasta la preparación del té, desde la caligrafía hasta el manejo de la espada.

Algunos ven en el ceremonial y la etiqueta una forma de servilismo oriental, cuando en realidad es una expresión natural de respeto y educación hacia los demás. Cada vez que nos inclinamos de forma sincera en un saludo empujamos nuestro “ego” un poco más hacia abajo, tratando de despojarnos de él y siendo humildes. Es una actitud que debe extenderse a la totalidad de nuestros actos.

La etiqueta controla las malas actitudes que degeneran en una falta de respeto y consideración hacia nosotros mismos, hacia los compañeros y hacia el Sensei, el profesor que nos puede guiar, ya que Sensei significa literalmente  “quien ha nacido antes”, refiriéndose tanto a sus conocimientos como a su nacimiento espiritual en la vía en que nos enseña.

Un inadecuado ambiente promueve la dejadez, la informalidad y la adulteración de los valores de la disciplina en práctica. Por ello el Sensei  y los Senpai (alumnos veteranos) deben velar por la actitud de ellos mismos y de los Kohai (principiantes), en el cumplimiento de la etiqueta y de la realización correcta de los rituales necesarios lo que conlleva también un mayor compromiso con la  práctica.

AAS

martes, 5 de junio de 2012

032 MACHIYA (La casa japonesa)


MACHIYA: La Casa japonesa.

La arquitectura japonesa tradicional es extraordinaria, en su variedad y su simpleza, en el delicado balance entre su mundo interior y su relación con el exterior.

Una de las tipologías de vivienda más interesantes es la machiya, una residencia de mercaderes y artesanos desarrollada en la ciudad.

Machiya tiene dos significados, de acuerdo al carácter que se utilice: 町家 significa literalmente "casa de la ciudad", mientras que 町屋 significa "tienda de la ciudad", denotando en todo caso la convivencia de funciones comerciales con las de residencia. Puede encontrarse en todo Japón, aunque es característica de Kyoto. Por eso, algunos las llaman kyomachiya 京町家 , o "casas de la capital".

La ciudad de Kyoto se encuentra rodeada de montañas, lo que si bien la protege de tifones, le da escasa ventilación convirtiendo sus veranos en una tórrida, húmeda y sofocante experiencia. La casa machiya, que generalmente se adosa a otras de forma compacta, incluye una serie de elementos y espacios que permiten ventilar los ambientes y tener una estancia placentera en verano.

Lamentablemente, el criterio japonés es "en invierno uno puede cubrirse con mucha ropa, mientras que en verano no hay nada qué hacer", por lo que las casas, de paredes delgadas, dobles alturas y jardines interiores, están preparadas para el verano, pero son demasiado frías para el invierno. Como contraste, las casas tradicionales coreanas tienen un interesante sistema de calefacción bajo el piso (ondol), lo que hace muy confortable caminar descalzo y hasta dormir en el suelo durante los meses invernales.

La típica machiya es una vivienda larga de fachada corta, hecha de madera. Normalmente consta de dos pisos y contiene uno o más jardines interiores.

En la parte frontal del primer piso se ubicaba tradicionalmente la tienda o mise, o un área social cuando la vivienda no tenía alguna actividad comercial.

A continuación se encontraba la "parte de la vivienda" (kyoshitsubu), que generalmente era edificada sobre una trama de columnas rectangulares de madera divididas por paneles intercambiables.

Los pisos son de planchas de estera tejida llamadas “tatami”, a excepción del piso de la cocina, cuyo piso es de tierra o piedra (doma) para evitar incendios. Pero el tatami es mucho más que una alfombra de estera. Es un sistema modular en el cual está basada toda la composición y la estructura de la casa. Cada módulo mide 1.910 m x 0.955 m, es decir 1 x 0.5 ken. La disposición de las columnas, el ancho de las puertas (tategu) y ventanas, todo está modulado de acuerdo al tatami. Dicha estandarización permitía la reutilización de materiales cuando una casa era demolida.

BREVE HISTORIA

Pueden encontrarse antecedentes de las machiya en el periodo Nara (710 - 794), pero se consolidarían más en el periodo Heian (794 -1185), cuando eran residencias de artesanos y comerciantes minoristas. En aquella época las machiya eran construcciones simples que compartían un patio común.

En posteriores periodos, como el Kamakura (1185-1333) y el Muromachi (1333-1573), caracterizados por frecuentes guerras, las machiya conformaban agrupaciones de viviendas en bloque muy unidas, que hacían causa común para defenderse de los ataques de caudillos. Debido a que los impuestos se cobraban según el ancho de la fachada, las viviendas optaron por ser estrechas y alargadas. El ancho de las fachadas puede ser de hasta 6 m, aunque según el barrio y la ciudad en que se encuentren puede llegar hasta 18-20 m.

El desarrollo de las machiya como las conocemos hoy se dio en el periodo Edo (1603 - 1867), una época de relativa estabilidad y aislamiento del mundo exterior. Cabe destacar que en la estratificada pirámide social japonesa, los comerciantes eran considerados una de las clases más bajas, por debajo de los samuráis, artesanos y campesinos, por encima sólo de los intocables. Por ese motivo a los comerciantes se les prohibía construir sus viviendas con más de dos niveles y mostrar cualquier tipo de extravagancia. Eso ha motivado la escala estrecha y compacta de los barrios de machiya.

El perfil urbano compacto de las machiya las hace, lamentablemente, presa fácil de incendios. Muchas de las machiya que se ven hoy en Kyoto fueron reconstruidas luego del incendio que consumió gran parte de esta ciudad en 1788.

Kyoto fue una de las pocas ciudades que no fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial  precisamente para salvar su patrimonio histórico. Sin embargo, la expansión urbana ha traído más devastación que la propia guerra. Muchas de las machiya han perecido bajo la presión inmobiliaria, a menudo reemplazadas con edificios anodinos que destruyen el perfil de la calle. Esto ha motivado la creación de varios grupos de defensa, preservación y reciclaje de las machiya, algunos de ellos liderados por extranjeros.

INFLUENCIAS CONTEMPORÁNEAS

La flexibilidad, asimetría, modulación, espacialidad, funcionalidad y austera estética de las machiya han sido criterios que han tenido influencia en varios arquitectos modernos y contemporáneos.

Charlie R. Mackintosh se inspiró en la organización espacial, la simple geometría rectilínea, el uso de pantallas deslizantes y otros para su escuela de Arte en Glasgow.

Igualmente, Frank. L. Wright asumió el concepto de fluidez espacial de las machiya para crear su Casa Robie, en la que incluyó otros elementos como los grandes aleros, inspirados más bien en los templos nipones.

El minimalismo de Mies van der Rohe y su "menos es más" es típicamente japonés. Su Casa Farnsworth se separa del suelo mediante pilotes, utiliza una plataforma horizontal a la usanza de las terrazas o barandas japonesas y la flexibilidad de su espacio recuerda notablemente al de las machiya.

Este sistema de columnas sobre las que las paredes se ubican libremente y el sistema modular fueron también rescatados por Le Corbusier en su llamado "Sistema Dominó".

Con el buen ojo que lo caracteriza, el arquitecto Martín Lisnovsky en su arquitectura+historia encuentra conspicuas semejanzas entre la arquitectura de Richard Neutra y la japonesa, aunque, para ser honesto, las vistas corresponden más a villas imperiales como Katsuraque a las viviendas machiya.

Finalmente, entre muchos otros, Tadao Ando, particularmente en sus primeras casas, como la casa Azuma, muestra influencia de las machiya, a la que el arquitecto en más de una oportunidad ha hecho mención.

viernes, 1 de junio de 2012

031 MITOLOGIA JAPONESA (Origen de Japón)


Origen

La civilización japonesa posee su propio mito acerca de su origen, en el cual los dioses crearon una pareja divina: Izanagi (hombre) e Izanami (mujer). Fueron ellos quienes crearon la tierra y la isla central de Japón. Como pareja tuvieron varios hijos, a la vez que crearon las restantes islas, las 8 grandes islas y otras muchas de menor tamaño. Según la tradición mitológica la diosa murió en su último parto y su marido fue a buscarla al Yomi, el mundo de los muertos. Por desgracia Izanagi no podía ya recuperarla puesto que ya era una criatura de la muerte. Luego de esto, se baño en las aguas para purificar su cuerpo y a medida que se desnudaba y sumergía, cada prenda que caía se convertía en una nueva deidad. Entre estos nuevos dioses encontramos a Amaterasu, diosa del sol; Tsukuyomi, de la luna; Susanowo, de los vientos y las tormentas. A la primera se le concedió el reino de los cielos; al segundo los de la Luna y la noche; y al tercero, el de los mares.De entre estas deidades, Amaterasu es la más importante y son leyendarias las peleas con su hermano Susanowo, quien le disputaba la primacía.